Los cuentos de hadas han pasado de moda y nosotros no nos hemos dado cuenta. Ya no nos imponen corona y vestido de tul que no podemos mancharnos, ya no tengo que ser el caballero que va a salvar a la dama encerrada en la torre. Ya estamos cansados y cansados de frases “que niña tan guapa” y expectativas de “ser un príncipe azul”. Y si… la sociedad ha descolocado los roles, ha dado cabida para ser en libertad y ampliar las relaciones a través de las redes sociales ¿porque en educación seguimos enclavados en cuentos de príncipes y princesas?.
Si algo nos ha traído esta pandemia es encerrarnos entre cuatro paredes, donde el único compañero/a de trabajo, la única vía de escape eran las redes sociales. Gracias a ellas hemos estado más cerca, y es que todo pasa por algo. A marchas forzadas, hemos tenido que lidiar con un gigante que ha pasado de ser el enemigo a ser nuestro punto de apoyo en la educación, porque sin él, no podíamos caminar. Hemos cambiado el rumbo de nuestra profesión, hemos sido consciente de que realmente, somos el plan b para muchos adolescentes, hemos sentido la situación real en sus casa mostrándonos que, enseñar no solo está entre las páginas de un libro, Y con esta carga en nuestra mochila, porque hemos elegido ser maestros y maestras no lo olvidemos nunca, tenemos la responsabilidad de acompañar de manera respetuosa a nuestros nativos digitales.
Y es que, el discurso de que las redes sociales amenazan el desarrollo saludable de nuestros adolescentes, y por eso tenemos que vetar su entrada en las aulas, porque así estarán a salvo, ya no nos vale. Ha sido la excusa perfecta durante un largo periodo de tiempo para evadir nuestra responsabilidad, como pilares de nuestros chavales, para acompañarlos en el proceso de aprender a relacionarse en los tiempos que les ha tocado vivir.
La autoestima es una cosa que se construye desde el día que nacemos hasta la edad adulta, es una construcción que necesita de cosas que nos refuerzan y cosas que nos frustren. Como aprendizaje que es, tenemos que darle cabida en nuestras aulas y dotar a nuestros alumnos y alumnas de las herramientas necesarias para tener una buena autoestima, una confianza en ellos mismos, tienen que saber quienes son y en la adolescencia, para saber quienes somos nos apoyamos en el reflejo que nos devuelven nuestros iguales.
El ser parte de una tribu y estar reconocidos, en esta etapa es crucial para el desarrollo emocional. Teniendo en cuenta esta verdad universal, que los adolescentes se forman un concepto de ellos mismos en base a cómo son reconocidos en su grupo, tenemos que guiarlos para que tengan una autoestima fuerte, para que tengan un conocimiento real de cómo son, y así tener confianza en ellos mismos, y esto solo tiene una camino, enseñarles a renunciar a ese pensamiento ideal de perfección y mostrarles el verdadero poder que tiene el lenguaje sobre los demás.
Una buena autoestima, fuerte, tiene que ser real, en donde nos podemos pensar con capacidades, fortalezas pero también debilidades. Cuando nacemos y tenemos buen estilo de crianza nuestra autoestima esta por las nubes y eso tiene que caer, tiene que haber una crisis personal donde tenemos que aceptar que no somos tan valiosos, que cometemos errores y desde esa frustración de nosotros mismos se construye una fortaleza que nos hace poder resistir los conflictos sociales que puedan ir viniendo de manera natural.
Como maestra si quiero que mis alumnos tengan una buena autoestima y que aprendan a quererse tengo que proporcionar un ambiente donde sus iguales les muestren sus fortalezas y sus debilidades, de una manera controlada, donde el objetivo de lograr refuerzos positivos no se pueda disipar ni desenfocar. Instigram les proporciona esa plataforma segura donde a través de la gamificación, pueden descubrir cómo son sus compañeros y compañeras y premiar sus fortalezas de manera simbólica a través de gemas. A través de estos intercambios, se va tejiendo una red de relaciones sociales donde poder volcar la acción tutoría de manera significativa, para ayudarles a hacerse visibles dentro de su grupo y detectar situaciones de rechazo y aislamiento.
Y llega la pregunta estrella: ‘¿Sara y tú cómo ves el móvil en las aulas?’, y siento decir que esa pregunta ya no tiene cabida, planteemos bien la pregunta: ‘¿Sara cómo educas a tus alumnos en el uso sano de las nuevas tecnologías?’, ahí es donde está el foco, ese es el tema de debate, el resto es divagar en algo que ya está tan instaurado en nuestra vidas que nosotros mismos no podemos manejarnos sin ellos. No me cansaré de decir, que igual que no me planteo dar o no dar la clasificación de animales invertebrados, no me planteo no guiar emocionalmente a mis alumnos y alumnas en el poder que tiene el lenguaje y las nuevas tecnologías.
Y como no podía ser de otra manera, para aquellos que me conocen, no puedo cerrar sin un:
Había una vez…
Un niño le preguntó a su abuelo cuánto valían las cosas. su abuelo le dio una piedra y le dijo que fuera a venderla a la plaza del pueblo, y que cuando alguien le preguntara cuanto constaba mostraría la mano abierta.
El niño así lo hizo. Al tiempo se acercó una mujer, y al preguntarle el precio,el niño abrió la mano. La mujer le ofreció 5 euros.
Cuando volvió a contárselo a su abuelo este le dijo que hiciera lo mismo con el joyero del pueblo. El joyero tras observar la piedra y preguntarle al niño su valor, le ofreció cinco mil euros. El niño asombrado fue corriendo a contárselo a su abuelo, que le dijo que le quedaba una persona a la que mostrar la piedra.
Así el niño fue al museo de la ciudad y pidió hablar con el director. Este al ver la piedra, preguntó asombrado cuánto costaba, , volvió a abrir la mano como le había indicado su abuelo. El director le ofreció 5 millones de euros.
El abuelo le contó a su nieto “la piedra es como nosotros mismo, para algunos somos algo con poco valor… y solo alguna de las personas que pasan por nuestra vida saben reconocer que no somos una piedra común si no un diamante único, busca y rodéate de las persona que saben valorar lo que realmente eres”.
Pues bien, yo aporto la piedra de Instigarm.app, para generar refuerzos positivos y que nuestros adolescentes sepan realmente el poder que tiene el lenguaje. A algunos les parecerá una app más y a otros un verdadero puente entre los adolescentes y la figura del maestro.
Firmado:
Sara Carriedo, ¡una maestra con ganas de humanizar la educación!