¿Por qué trabajar de manera COOPERATIVA? Propuesta de DINÁMICA

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“Todo se reduce a una simple elección, empeñarse en vivir o empeñarse en morir” (Stephen King, 1982, P.53). La relación de esta alusión narrativa con el trabajo cooperativo reside en el consciente e inconsciente empeño de nuestra especie en morir a través de su propia deshumanización. Nos encontramos frente a un continuo deterioro de las relaciones humanas que se cristaliza en una percepción superficial del mundo derivada de la mercantilización emocional y, a su vez, de la competitividad presente en un sinfín de contextos personales, políticos, laborales y académicos. Es, por tanto, a partir de dicho enunciado donde reside la necesidad de trabajar de forma cooperativa en un escenario de responsabilidad global e individual. 

En otras palabras, actualmente vivimos en una sociedad cada vez más competitiva que busca constantemente el perfeccionamiento individual de la persona y, por tanto, provoca el olvido de las potencialidades del ser humano como parte de un grupo cuyo motor son unos principios éticos y fines comunes; premisa altamente ejemplificada en la jerarquización de unos espectros de inteligencia y conocimientos frente a otros. No obstante, en las últimas décadas se han producido una serie de transformaciones, principalmente sociales y económicas, que han exigido de respuestas cooperativas y creativas para tratar de paliar y dar respuesta a la realidad que nos acontece.

En consecuencia, y partiendo de la premisa de que la educación es uno de los mayores agentes de transformación y mejora social, fomentar el aprendizaje cooperativo es determinante para humanizarnos y, por ende, desarrollarnos íntegramente en una praxis de ejercicio personal a raíz de una construcción colectiva favorecedora de la diversidad y la ética.

En suma, el trabajo cooperativo es una exigencia educativa derivada de nuestra dimensión humana. Como resultado de dicha afirmación, cabe concretar que un individuo y, por consiguiente, una sociedad, únicamente puede desarrollarse, en toda su extensión, en tanto en cuanto se avalen contextos de trabajo en equipo basados en la corresponsabilidad y gestión crítica tanto del conocimiento como de la libertad; puesto que el desarrollo íntegro proviene de la coexistencia simbiótica de ambas matrices: la social y la individual.

Con el fin de ejemplificar y dar respuesta a la pregunta que conforma el titular de la entrada, os propongo la realización de la siguiente dinámica denominada “cuadrados cooperativos”.

En primer lugar, cabe realizar una introducción al material necesario para poder llevarla a cabo:

  1. Cinco cuadrados de, por ejemplo, 15 centímetros de alto por 15 centímetros de ancho.
  2. Recortar dichos cuadrados conforme muestra la imagen a continuación:
División de cuadrados en papel
  1.  Introducir las distintas piezas que conforman los cuadrados de forma desorganizada en cinco sobres diferentes. Un modelo de distribución es el siguiente:
  • Sobre 1: Piezas a,c,h,i.
  • Sobre 2: Piezas a,a,a,e.
  • Sobre 3: Pieza j.
  • Sobre 4: Piezas d,f.

Posteriormente, con el fin de comenzar la dinámica, se darán las siguientes instrucciones: 

‘Dividiros en grupos de aproximadamente 7 personas. Cinco de los miembros del grupo recibiréis un sobre que tendréis que abrir de forma individual. Estos sobres contienen las piezas necesarias para elaborar 5 cuadrados exactamente iguales. No obstante, puede que el sobre que recibáis no contenga las piezas que necesitéis para la elaboración del cuadrado. En consecuencia, tendréis que intercambiar piezas entre vosotros/as para que al final todos/as los integrantes del grupo hayáis conseguido elaborar los 5 cuadrados. El grupo que antes finalice que levante la mano e iré a comprobarlo. 

En lo referente al intercambio de piezas, este debe realizarse en absoluto silencio y, además, sin establecer ningún tipo de comunicación con los demás miembros del grupo (ni señas, ni miradas, etc.). Para ello, deberéis dejar y coger las piezas del centro de la mesa. Es decir, ir dejando y cogiendo las piezas de un mismo punto grupal de fácil acceso. 

En cuanto a los/las otros/as dos integrantes, deberéis aseguraros de que se cumplen las normas mencionadas. A su vez, tendréis que observar la ejecución de la actividad e ir anotando las estrategias grupales o aspectos que observéis y os parezcan de interés para, más tarde, comentarlo de forma conjunta con el resto de la clase’.

Una vez que todos los grupos hayan terminado sus cuadrados, es conveniente generar un espacio de diálogo en el que el alumnado pueda comentar las estrategias llevadas a cabo y, a su vez, los pensamientos y sentimientos que le han sugerido a raíz de la realización de la actividad. 

Análogamente, varias preguntas que podrían servir para encauzar el debate son las siguientes: 

  • ¿Os habéis sentido cohesionados como grupo? 
  • ¿Qué factores creéis que os han podido limitar o ayudar?
  • ¿Cuáles son las estrategias que habéis empleado?
  • ¿Os habéis centrado únicamente en la realización de vuestro cuadrado o, por el contrario, habéis ido observando los de los/las demás?
  • ¿Cómo ha sido el ambiente de trabajo?
  • ¿Qué os ha parecido la actividad?
  • ¿A que contextos se podrían extrapolar las conclusiones y afirmaciones que estáis mencionando?

En síntesis, hay que puntualizar que esta actividad es una dinámica de sumo interés para comprender que es el trabajo cooperativo y aplicarlo a diversos contextos personales y sociales. Sin embargo, procede señalar que el lenguaje empleado y los materiales utilizados deben ser adaptados a la etapa de desarrollo en la que se encuentre el alumnado. Por tanto, por ejemplo, los cuadrados destinados a alumnos/as aun trabajando la motricidad fina, en vez de cartulina, sería recomendable que fuesen elaborados con cartón pluma con el fin de facilitar su correcta manipulación.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Stephen King (2013). Rita Hayworth y la redención de Shawshank. Madrid: Debolsillo.